Los niños bonsai

Cuando los padres «podan» el potencial de sus hijos

«¿Que estamos haciendo mal?» es una pregunta que me suelen hacer los padres cuando acuden desesperados a la primera consulta. De éste artículo de mi colega Judith Locke se pueden sacar algunas pistas.

Trabajar la frustración desde pequeñitos

Es bastante frecuente que los niños que acuden a nuestro gabinete por problemas de conducta presenten baja tolerancia a la frustración. Hablamos de este concepto a los padres y de su necesidad de trabajarlo, pero es cierto que a veces olvidamos (o al menos yo) que “la baja tolerancia a la frustración” es en realidad un constructo psicológico usado por profesionales. Por eso, aprovechando este espacio intentaré explicar ¿Qué es? y ¿Es tan importante trabajarla desde pequeñitos?.

Algunas personas no son capaces de tolerar la más mínima molestia, contratiempo o demora en la satisfacción de sus deseos y no soportan ningún sentimiento o circunstancia desagradable. Es decir, no toleran el hecho de sentirse frustrados. Cuando nuestros hijos son pequeñitos, este comportamiento es algo normal y frecuente, algo que no resulta extraño si tenemos en cuenta que los deseos de los bebés están relacionados con necesidades fisiológicas básicas, como alimentarse o dormir. A esta edad es importante que los deseos de los niños se satisfagan de inmediato, porque esto les proporciona una sensación de seguridad y estabilidad que es muy importante para su desarrollo emocional.

A medida que crecen se van dando cuenta de que no siempre pueden tener sus deseos satisfechos de inmediato y así van aprendiendo a tolerar, a aceptar cierta molestia o demora en la realización de sus deseos como algo inevitable. Es decir, aprenden, en mayor o menor medida, a tolerar la frustración al mismo tiempo que van adquiriendo mayor autonomía y mayor capacidad para manejar el entorno que les rodea y contribuir por sí mismos a la satisfacción de sus deseos en vez de esperar pasivamente a que otros lo hagan por ellos. Poco a poco van aprendiendo que hay ciertas limitaciones en ellos y en el ambiente que les rodea, así como normas, costumbres, leyes, etc.

Pero, por supuesto, no siempre sucede así habiendo otros niños que siguen actuando como si todos sus deseos fuesen necesidades orgánicas tan poderosas y urgentes como comer, respirar o saciar la sed. No aceptan que sus deseos no sean satisfechos de inmediato, no quieren esperar ni saben sustituir un deseo no realizable por otro realizable, como conformarse con un juguete diferente cuando el que desean no está disponible. Cuando no consiguen lo que quieren son capaces de armar un verdadero escándalo: patalean, lloran, se tiran al suelo, como un modo de exigir que sus deseos se satisfagan de inmediato.

La baja tolerancia a la frustración implica una sensibilidad excesiva hacia todo lo desagradable, que funciona como una lente de aumento, magnificando el lado malo de cada situación.

Lo feo es espantoso, lo malo es horrible, lo molesto es insoportable. De este modo la vida de estas personas está llena de tragedias y acontecimientos estresantes. Con frecuencia se sienten de mal humor, agitados, ansiosos, tristes, resentidos, humillados o enfadados con el mundo que debería estar ahí para satisfacer todos sus deseos.

La frustración es un estado emocional que todos experimentamos y que al igual que cualquier otra emoción, la cuestión está en saber reconocerla, entenderla y responder a ella de la mejor manera posible. En esta parte es donde los padres podemos ayudar….

Lo primero de todo y fundamental es entender que la frustración es algo inevitable e inherente en todo ser humano y por lo tanto es totalmente normal sentir esa emoción al igual que cualquier otra. A partir de ahí sí que podemos enseñar a nuestros hijos a gestionarlas de la forma más adecuada posible.

En primer lugar y lo más difícil siendo ejemplo, si respondemos bien ante los problemas o improvistos ellos aprenden.

Evitar la sobreprotección, no darle todo hecho propiciar que tenga oportunidades para practicar aquello que no le sale del todo bien.

Enseñarle a ser perseverante, a no rendirse a la primera de cambio aprenderá que siendo constante puede solucionar muchos problemas.

Enseñarle a tener un Plan B si algo no le sale como esperaba. Aprovechar esas situaciones para que el niño se pare a pensar otra solución y ofrecerle alternativas es una situación idónea para que aprenda cosas nuevas.

 

Y por ultimo no ceder nunca ante sus rabietas, si consigue lo que quiere con una rabieta aprenderá enseguida que esa forma es efectiva para resolver sus problemas.

 

Pequeños conquistadores: desarrollo del segundo año

Conforme sopla su primera vela nuestro hijo avanza en el desarrollo del segundo año y abandona la etapa de bebé poco a poco, para empezar la que he llamado «etapa del pequeño conquistador», porque quiere hacerlo todo; hablar, andar, cogerlo todo, etc.

Al cumplir el primer año ya han adquirido un montón de destrezas que está deseando poner en práctica: quiere adueñarse del espacio, del lenguaje y tomar el control de todo aquello que le rodea, incluido a sus padres. Cada día descubre una habilidad nueva, y se siente encantado y orgulloso. Señala con el dedo índice todo lo que ve, como si quisiera demostrar su interés y su asombro, y, sobre todo, queriendo que nosotros también lo miremos.

Desde el de el punto de vista psicológico ahora llega el momento en el que debemos revisar nuestras actitudes, se aproximan los “terribles dos años” y aunque hay mucho de lo que comentar intentaré ser muy breve.

Lo más importante a tener en cuenta es:

1. Que va adquiriendo más consciencia del mundo que le rodea.

Y mayor capacidad para retenerlo todo en su memoria, construyendo una imagen del mundo con unas creencias correctas o erróneas que van a facilitarle la vida o a hacérsela difícil.

Nuestro papel es procurar fomentar una imagen del mundo realista verdadera y amplia, llena de contenidos que despierten su interés, que ofrezca muchas posibilidades. Organizada de manera que fomente su creatividad, le permita resolver problemas, encontrar caminos nuevos. y además una imagen adecuada de sí mismo, realista, pero con conciencia de sus potencialidades.

2. Que el niño dócil del primer año se ha vuelto tozudo.

Su mayor placer consistirá en decir “no”. Va a poner a prueba nuestra paciencia e incluso nuestra resistencia física. Se manejan en el mundo de las emociones como pez en el agua, conocen nuestros puntos flacos como nadie, incluso mejor que nosotros mismos y a veces es común que prueben “A ver hasta dónde puedo llegar con mamá o con papá”

Dejarles expresarse cuando empiezan a usar su lenguaje, animarles y estimularles a que se expresen con este medio sin atosigarles ni darles las cosas antes de que las pidan hablando.

3. Que están aprendiendo a gestionar sus emociones.

Sobretodo la furia, el miedo, la tristeza y la envidia. No saben auto controlarse, somos nosotros con los límites y normas quienes les iremos guiando con una actitud positiva ante la vida, y con un carácter optimista para hacerles capaces de soportar la frustración. 

Dejarles explorar tranquilamente para que desarrolle la confianza en sí mismo y en sus capacidades. Ayudarles a gestionar la agresividad, el miedo, la tristeza y la timidez.

5 Errores en la estimulación del bebé

Hablamos en esta entrada de Estimulación en su sentido más amplio, con niños sin dificultades en el desarrollo y criados en ambientes normales.

Sabemos de la importancia y la necesidad de estimular al niño en sus primeros años (véase los bebes son esponjitas) para poder desarrollarse con todo su potencial. Desde el punto de vista teórico a este periodo se le ha llamado período crítico del desarrollo para enfatizar la irreversibilidad de no recibir la estimulación adecuada; la tendencia actual es denominarlo período sensible para dejar claro que no es un periodo cerrado, donde si no se da esta estimulación el niño no desarrolla las capacidades, sino un periodo donde la “sensibilidad” del niño para desarrollarlas es máxima.

Si, es cierto que hay que estimular al bebé pero también es cierto que puede ser peligroso sobreestimularlo. Precisamente este es un tema que me apasiona porque muchas veces son motivos que subyacen a una patología en el niño y la tendencia hoy en día es más pasarse que no llegar, además de no elegir el momento adecuado o dudar del potencial del niño.

Estos son los errores mas frecuentes que solemos cometer en nuestra relación con los más pequeños:

1. Pensar que «es muy pequeño y no entiende».

Pensar que nuestros hijos son ajenos a todo lo que pasa alrededor es el peor de los errores. Está demostrado lo importante que es hablar al pequeño y hacerle partícipe en nuestras actividades cuando se van haciendo mayor. La inteligencia humana no es don recibido genéticamente e inamovible. Es una posibilidad a desarrollar mediante el aprendizaje y siempre se puede mejorar.

Los estudios demuestran que lo mejor que pueden hacer los padres por sus hijos es hablarles mucho. A los dos años, estos niños exploran de una forma mucho más activa la realidad y empiezan a usar antes las palabras.

2. No elegir el momento adecuado.

Aquellos ambientes que abruman a los niños con actividades que van más allá de las capacidades que tienen los niños en ese momento también causan estragos en el desarrollo. Cuando los padres mantienen a los niños en estado de alerta hora tras hora es muy probable que los niños empiecen a volverse algo irritables, a dormirse, a retraerse…

Hay que saber detectar los momentos en los que nuestro hijo es receptivo y los que no. Si no ha dormido siesta ese día y lo ponemos en una hamaquita de esas con luces y música no te extrañe que se ponga a berrear.

3. No adaptarse al niño.

Respetar el nivel de desarrollo del niño es otro aspecto a tener en cuenta, cada niño tiene un ritmo y un nivel único. Recuerdo un librito que le compré a mi hijo de esos con música y dibujitos de Mickey, ponía recomendado a partir de 9 meses, cuando se lo di a mi hijo lo único que hacía con él era morderlo, se comió media página y tuve que guardarlo para volver a dárselo cuando fuera más mayor. Además de tener en cuenta la edad recomendada de cada juguete o actividad, también hay que tener en cuenta las preferencias de cada niño.

Aquí os dejo un enlace donde se detallan las principales características del desarrollo en los primeros meses.

4. Sobreestimular al bebé.

No hay evidencia científica de que los programas que hiperestimulan precozmente a los niños formen “superbebes”. Estos programas saturan a los niños con estimulación para la cual aún no están preparados y esto puede provocar retrasos en el desarrollo de los niños y sentimientos de fracaso en los padres al considerar que su hijo no realiza bien sus tareas cuando en realidad se le está exigiendo más de lo que puede dar. Por lo tanto la recomendación para los padres es que estimulen a su hijo de una forma normal y relajada, y sobre todo que disfruten haciéndolo para que el niño pueda también encontrar placer en lo que hace.

5. Obsesionarse.

Sobre todo a los padres primerizos nos puede ocurrir, la labor de los padres por lo tanto, no debe ser la de bombardear al niño con un montón de estímulos sino la de establecer con él una relación segura y afectuosa, en un entorno cotidiano cálido y variado. Cuanto más seguro se sienta el niño en su entorno, cuanto más querido, podrá explorar su mundo de una forma más tranquila y relajada e ir creando sus propios esquemas, sus propios recuerdos…

En conclusión:

No hay ninguna prueba de que los bebés que reciben estimulación extra sean más competentes e inteligentes que aquellos que se han criado en circunstancias normales y con cariño por parte de sus padres.

Relájate y simplemente aprende a escuchar a tu hijo, así será más fácil saber cuándo, como y donde realizar actividades estimulantes para tu peque, la mayoría de las veces surgen de forma innata en nuestra relación con ellos.

Los bebés son esponjitas

Cuando hablamos del desarrollo del bebe no solo cuenta el peso, la talla y el perímetro cefálico que en el primer año es casi lo más significativo en los controles del niño sano sino también el desarrollo psicológico determinado por la madurez de su cerebro, algo que no se mide tan fácilmente.

Como ya he comentado en otras ocasiones, es necesario entender como es el desarrollo de nuestros hijos a cada edad, para diferenciar lo que es normal en cada etapa de lo que no lo es tanto.

Un ejemplo de ello os lo puse cuando hablaba de los problemas de sueño, es imprescindible saber las horas de sueño normales en cada edad, el número de despertares, etcétera antes de estar en disposición de preocuparse de si mi hijo duerme mal.

Comenzando por el principio os cuento algunas cositas que son propias en el primer año.

Cuando decimos que los bebés son esponjitas, en cierto modo es así porque si nos fijamos en sus cerebros, que son el órgano de aprendizaje, son como esponjas. Perfectamente preparados para ser superabsorventes y supermoldeables.

Perfectamente preparado

El cerebro del niño nace inmaduro pero con toda la infraestructura acabada. Al nacer ya tiene más o menos el número de neuronas (las células del sistema nervioso) que va a tener durante toda su vida, unos cien mil millones. Las neuronas se conectan entre sí por unos enlaces que se llaman “sinapsis”, que transmiten información de unas a otras, esas conexiones son las que se van a ir formando desde el nacimiento. Digamos que la casa está acabada pero ahora hay que amueblarla y acondicionarla para poder vivir en ella.

Nacemos sabiendo hacer muchas cosas: por ejemplo, respirar, reaccionar, mamar. La propia maduración de su sistema nervioso producirá en él ocurrencias, deseos, impulsos. A la misma edad todos los niños del mundo sienten la necesidad de andar, de balbucear, de soltarse de la mano. Alrededor de los 9 meses, todos sienten miedo a los extraños.

Supermoldeable

El cerebro del niño tiene una gran plasticidad. Se está construyendo a sí mismo de acuerdo con mensajes genéticos, y de acuerdo también con las experiencias que recibe. Por eso debemos aprovechar bien estos primeros años, que tienen una importancia decisiva. Sin embargo, esa plasticidad nunca se pierde, por eso podemos seguir aprendiendo durante toda la vida. Cada vez que aprendemos algo, nuestro cerebro cambia. Mediante la experiencia esculpimos nuestro propio cerebro.

Es increíble todo lo que aprenden en un solo año, por eso se dice siempre que el primer año condiciona el resto, nacen preparados para hablar, pero necesitan que nosotros les enseñemos un idioma. Él hace su parte asimilando todo con maravillosa rapidez, nosotros debemos hacer nuestra parte con la misma eficacia.

Superabsorvente

Vienen con muchos sistemas de aprendizaje preparados, que necesitan nuestra ayuda para asimilarse. Así ocurre, por ejemplo, con el lenguaje. Todos los niños nacen preparados para hablar, pero necesitan que nosotros les enseñemos un idioma. Él hace su parte absorbiendo todo con maravillosa rapidez, nosotros debemos hacer nuestra parte con la misma eficacia.

Durante los primeros años, la capacidad del niño para establecer conexiones sinápticas es fantástica. Por eso puede aprender tantas cosas, con tanta rapidez. Cada experiencia deja alguna huella en el cerebro. Desde este punto de vista, el niño es un cerebro en construcción.

 

Lectura recomendada: Criar con apego seguro

Siguiendo con el tema de los futuros papás y mamás, os recomiendo la entrada de esta semana sobre criar con apego del Blog de mi compi Laura Una mama real.

 

Comparto con ella que en el término medio está la virtud…o como yo digo «ni calvo ni con tantos pelos», la cuestión esta en conseguir el equilibrio

Clik aquí: Todos podemos criar con apego…seguro!.

Vuelta al cole: vuelta a la rutina

Con la vuelta al cole, los peques vuelven a la rutinas de acostarse temprano, levantarse, hacer la tarea, etc. Es un momento ideal para implantar también tareas domésticas.

Por eso, quiero aprovechar la vuelta al cole para hablaros de los hábitos que pueden adquirir diariamente en casa nuestros hijos, de las tareas que pueden hacer, de lo que les podemos exigir y de la importancia de implantar una rutina y unos hábitos desde muy pequeños.

Ventajas de hacerles participar en las tareas de casa:

  • Ayudar en casa les enseña a ser responsables.
  • Les proporciona una sensación de logro y orgullo.
  • Les ayuda a adquirir habilidades.
  • Al contribuir con los quehaceres del hogar, se sentirá importante y parte de un “equipo”.
  • Si ve que en su familia todos ayudan y colaboran, sentirá que no es el centro del universo.

Incluso cuando son pequeños (como el mío) podemos empezar a inculcarles el hábito de ¨ayudar¨. A los niños de entre 2 y 4 años les encanta ayudar y es ese deseo genuino lo que les facilita empezar una tarea. Conforme tu hijo crezca podrá realizar labores más complejas y empezará a hacerlas él solo. Cuando un niño pequeño te “ayuda” a realizar las tareas del hogar o hacer lo mismo que nosotros diciendo “yo también”, es muy probable que tardes más en terminarlas. Sin embargo, recuerda que estás consolidando la base para que se convierta en una persona responsable más tarde. Los pequeños tienen poca capacidad de concentración, así que no esperes que tu hijo realice las tareas del hogar diariamente sin que se lo recuerdes, o que las haga bien a la primera.

En la educación de tus hijos, la clave está en lo que tú como papá o mamá esperes de ellos y de las expectativas que tengas para ellos. Los niños necesitan y merecen que sus papás esperen grandes cosas de ellos. No esperar nada en particular garantiza que tus hijos no se esfuercen por cumplir las normas más básicas para la convivencia.

Cuatro claves para empezar a implantar rutinas:

No subestimes a tu hijo.

Los padres a menudo subestiman lo que sus hijos son capaces de hacer. Y en muchas ocasiones no los dejan que hagan cosas básicas que ya pueden hacer como prepararse su propio sándwich o limpiar su habitación.

Comienza por el aseo personal.

Cepillarse los dientes, ir al baño y vestirse son algunas de las primeras tareas que los niños llevan a cabo solos. Para la mayoría de los padres, el que los niños empiecen a realizar estas necesidades básicas es muy importante. Pero además es recomendable que añadas tareas del hogar para que le enseñes a ser responsable.

Alábalo mucho.

El refuerzo positivo enseñará a tu pequeño que sus esfuerzos son importantes. Anímalo y no critiques su trabajo. Al contrario, dile cuánto aprecias su esfuerzo y lo importante que eso es para ti. Cuando lo alabes, trata de ser específica: “Gracias por ayudar a poner la mesa porque comeremos antes».

Tareas apropiadas para su edad.

Si la tarea que le asignas a tu niño es muy difícil, es probable que se frustre y no la termine. Recuerda que es muy importante que no le pidas que haga tareas peligrosas, como lavar cuchillos o cosas frágiles.

A los 2 años, tu hijo puede realizar las siguientes tareas: colocar la ropa sucia en el cesto designado para ella, recoger los juguetes después de jugar con ellos

A los 3 años, tu hijo puede hacer lo siguiente: limpiar cuando algo se le cae al suelo, retirar su plato de la mesa

A los 4 años, tu hijo puede hacer lo siguiente: poner platos, tenedores y servilletas sobre la mesa, ayudarte a hacer su cama

¿Regalos por las buenas notas?

Aprovechando que nuestros hijos terminan el curso escolar en estos días, no quiero que pase la fecha sin comentar sobre el dilema de hacer o no un regalo por las notas.

Cinco razones por las que no recomendamos hacer regalos:

1. Las buenas notas son ya el regalo, es el resultado de haberse esforzado mucho durante todo el curso, es la recompensa por haber trabajado bien. La recompensa, el regalo o el premio es haber aprendido cosas nuevas y haber obtenido con ello las buenas notas. Son el reconocimiento por un trabajo bien hecho.

2. Para los niños obtener buenos resultados al final de curso es responsabilidad solo de ellos, todos tenemos responsabilidades individuales y diferentes. Este es el trabajo de nuestros hijos y satisfacción para ellos mismos. Si los padres les hacemos un regalo nos Estoy cambiando la recompensa de algo material.

3. No siempre nos van a dar algo por un logro y no debemos acostumbrarles a obtener siempre algo por cada esfuerzo.

4. ¿Y qué pasará cuando nos pidan algo que no les podamos o no les queramos dar? Si entramos en el juego de regalos a cambio de sobresalientes pronto nuestro hijo empezara a elegir el regalo que piensa que se merece, y si a los padres nos parece que no es un regalo adecuado, se sentirán desilusionados por no conseguir lo que creen merecen.

5. Sobretodo y lo más importante no debemos hacer regalos materiales para asegurarnos de que la recompensa forme parte de la propia conducta, es decir que la motivación por estudiar y aprender sea la que les proporcione el placer por superarse a sí mismos.

Eso no quiere decir, ni mucho menos que no “les demos nada” o seamos indiferentes ante una buenas notas. El mejor regalo que si es fundamental que les hagamos es el reconocerles lo mucho que han trabajado y lo orgullosos que estamos de ellos, todos necesitamos el reconocimiento de los demás para una autoestima saludable y más aún si viene de parte de papa y mama, del mismo modo que si no han conseguido unas notas fantásticas pero sabemos que se ha esforzado y han trabajado duro para ello se lo debemos reconocer igual porque así nos aseguramos que lo van a seguir intentando. Es un grave error sustituir lo material por lo sentimental.

¿Y si sustituimos dar cosas materiales por dar elogios, dar cariño o dar eso tan valioso como el tiempo? Por ejemplo: vamos ha hacer algo divertido juntos.

¿Qué es la Psicología Infantil?

Aunque es cierto que hay una tendencia a normalizar la profesión como una parte más del sistema sanitario o educativo en su caso. Todavía hoy existen muchos prejuicios sobre la psicología infantil.
Algunos prejuicios sobre el psicólogo infantil son:
• El psicólogo es un loquero y mi hijo no está loco…aunque parezca increíble aún hay hoy en día personas que piensan así.
• No necesito ayuda de nadie para educar o entender a mi hijo… da vergüenza decir que vamos al psicólogo y más aún que nuestro hijo “lo está viendo un psicólogo” por parecer débiles, por necesitar ayuda.
• No puede ayudarnos alguien que no nos conoce de nada. Precisamente por eso, tratará el caso de forma objetiva.

Más allá de todo esto el psicólogo infantil no es más que el profesional que trabaja para que nuestros hijos tengan un desarrollo óptimo, “es el pediatra de las capacidades mentales”.
La psicología infantil estudia el comportamiento del niño para lograr su desarrollo y bienestar óptimo. Por tanto, la labor de un psicólogo infantil es hacer un estudio minucioso y objetivo de cada niño, de sus capacidades cognitivas, lingüísticas, sociales y emocionales, además de analizar las variables ambientales que le rodean.

En base a este análisis y teniendo en cuenta todos los datos recopilados, los psicólogos infantiles elaboramos y aplicamos un método de trabajo adaptado a cada situación utilizando técnicas de intervención científicamente validadas, es decir con eficacia demostrada.
En la población infantil la prevención de problemas psicológicos es fundamental y eso se consigue gracias a la detección precoz y la atención temprana. Que además garantiza una buena base para un desarrollo posterior sano.

En el Informe sobre Salud Mental de niños y adolescentes realizado en 2009 se afirmaba que: “así como las enfermedades pediátricas fueron el gran desafío del siglo XX, los trastornos mentales de los niños y adolescentes son, sin duda, el gran desafío sanitario del siglo XXI”.
En torno a un 15% de los niños y adolescentes sufre trastornos psiquiátricos y sólo una quinta parte son correctamente diagnosticados. Pero además existe otro buen número de niños y jóvenes que tienen problemas que sin cumplir con los criterios diagnósticos de un trastorno mental, pero que son fuente de sufrimiento, estos niños también deben recibir ayuda y recomendaciones apropiadas.