Conforme sopla su primera vela nuestro hijo avanza en el desarrollo del segundo año y abandona la etapa de bebé poco a poco, para empezar la que he llamado «etapa del pequeño conquistador», porque quiere hacerlo todo; hablar, andar, cogerlo todo, etc.
Al cumplir el primer año ya han adquirido un montón de destrezas que está deseando poner en práctica: quiere adueñarse del espacio, del lenguaje y tomar el control de todo aquello que le rodea, incluido a sus padres. Cada día descubre una habilidad nueva, y se siente encantado y orgulloso. Señala con el dedo índice todo lo que ve, como si quisiera demostrar su interés y su asombro, y, sobre todo, queriendo que nosotros también lo miremos.
Desde el de el punto de vista psicológico ahora llega el momento en el que debemos revisar nuestras actitudes, se aproximan los “terribles dos años” y aunque hay mucho de lo que comentar intentaré ser muy breve.
Lo más importante a tener en cuenta es:
1. Que va adquiriendo más consciencia del mundo que le rodea.
Y mayor capacidad para retenerlo todo en su memoria, construyendo una imagen del mundo con unas creencias correctas o erróneas que van a facilitarle la vida o a hacérsela difícil.
Nuestro papel es procurar fomentar una imagen del mundo realista verdadera y amplia, llena de contenidos que despierten su interés, que ofrezca muchas posibilidades. Organizada de manera que fomente su creatividad, le permita resolver problemas, encontrar caminos nuevos. y además una imagen adecuada de sí mismo, realista, pero con conciencia de sus potencialidades.
2. Que el niño dócil del primer año se ha vuelto tozudo.
Su mayor placer consistirá en decir “no”. Va a poner a prueba nuestra paciencia e incluso nuestra resistencia física. Se manejan en el mundo de las emociones como pez en el agua, conocen nuestros puntos flacos como nadie, incluso mejor que nosotros mismos y a veces es común que prueben “A ver hasta dónde puedo llegar con mamá o con papá”.
Dejarles expresarse cuando empiezan a usar su lenguaje, animarles y estimularles a que se expresen con este medio sin atosigarles ni darles las cosas antes de que las pidan hablando.
3. Que están aprendiendo a gestionar sus emociones.
Sobretodo la furia, el miedo, la tristeza y la envidia. No saben auto controlarse, somos nosotros con los límites y normas quienes les iremos guiando con una actitud positiva ante la vida, y con un carácter optimista para hacerles capaces de soportar la frustración.
Dejarles explorar tranquilamente para que desarrolle la confianza en sí mismo y en sus capacidades. Ayudarles a gestionar la agresividad, el miedo, la tristeza y la timidez.